Ay de tó (y a veces asusta)

Esta semana recibí una invitación a un encuentro de networking en el que me prometen conectar con profesionales de diferentes rubros y oportunidades de negocio para “hacer crecer mis ventas”. Donde además estará uno de los formadores principales que “es muuuuy bueno dando conferencias”. Mucha promesas, mucha cosa buena, bonita y gratis, mucha limosna y yo no soy santa, pero desconfío.

Como soy torpe, terca y testaruda (quién no quiere en esta época acercare a Shakira), un poco curiosa y además nieta de una piamontesa a la que no se le pasaba ni el agua de los fideos, me decido a investigar un poco a ver de qué se trata tal evento TAN prometedor. Entro a la web y rápido me doy cuenta de que se trata de un intento por aprovecharse de mi necesidad (y la de muchas otras personas) e insultar a mi inteligencia.

Aunque eso me duele, no me resultó lo más grave.

Lo más grave para mi fue el escalofrío que me recorrió el cuerpo al ver un par de

fotos de un orador en un escenario hablando a cientos de personas con caras de feliz cumpleaños y los brazos levantados. Algo parecido a lo de la foto que agrego con carácter ilustrativo.

Automáticamente pensé en las iglesias universales (o cualquier religión) y los eventos de coaching motivacional en donde un grupo de hijos de puta buscan aprovecharse inescrupulosa y vilmente de las carencias y creencias limitantes de un grupo de gente. En ese instante se me vienen miles de cosas a la cabeza… 

¡Qué brillante como logran captar la atención de tanta gente!

¿Quién habrá sido el que inventó el sistema y ahora se ríe a sus anchas mientras factura sin hacer nada?

¿Hasta dónde llega la necesidad (y la estupidez de la gente)? ¿Cómo es que no se dan cuenta de la estafa?

¿Cómo es posible que yo quiera hacer las cosas bien y me cueste tanto, y esta persona esté estafando así sin más y a gran escala?

¿Pagará algún precio esa gente que se aprovecha del otro?

Todo se vuelve tan relativo…

Dudo si no convertirme en una gurú para “hacer crecer tu negocio” y “tus ventas”. Al segundo me acuerdo que cada día elijo ser buena persona, (y confieso que me siento un poco estúpida).

Me pregunto si quien hace este tipo de cosas es realmente conciente de su estafa o también se compró el cuento de Moisés. (Como los fieles evangelizadores de las religiones).

Y así… voy y vengo entre dudas filosóficas y existenciales intentando encontrar algo de sentido a todo esto.

Ahora que terminé con la catarsis intelectual y como no puedo avivar masivamente a tantos giles ni curar al estafador, vuelvo a mi barquito a seguir remando para encontrar un nuevo puerto en el que pueda sembrar y cosechar los frutos de mi trabajo conciente y bienintencionado. Mientras escucho y tarareo este tanguito consuelo…

Que el mundo fue y será una porquería, ya lo séEn el 510 y en el 2000 también”